10. Tailandia

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Arquivo - Focus On The Global South
Población:
61.4 millones de personas (2000)
Extensión territorial: 513,115 Km2
Forma de gobierno: monarquía parlamentaria
El
acceso a la tierra es fundamental para la supervivencia de
los pobres en la zona rural. La tierra continúa siendo
un medio primario de subsistencia y de generación de
ingresos. Su posesión permite el trabajo familiar con
fines productivos y ofrece protección a los miembros
de la familia que tienen empleos temporales o inseguros. En
Tailandia, esto quedó evidenciado sobre todo durante
el colapso económico de 1997, cuando el súbito
desempleo urbano fue atenuado por la absorción de trabajadores
en el área rural.
La
agricultura todavía es un importante sector de la economía
tailandesa, empleando cerca del 54% de la fuerza de trabajo,
de un total de 33.4 millones de personas . Los segmentos más
pobres de la sociedad tailandesa son los sin tierra o con
posesiones pequeñas y suelos de baja calidad. Se estima
que en el año 1995, el ingreso de los trabajadores
rurales era quince veces inferior al ingreso de la población
que trabajaba en otros sectores. En 1999, el ingreso familiar
medio fue de US$ 318 al mes, mientras que en el sector agrícola
fue apenas de US$ 24 al mes (Oficina de Economía Agrícola,
1999).
Según la Fundación Instituto de la Tierra, una
organización de investigación independiente,
más del 30% de los 5.5 millones de familias que trabajan
en la agricultura poseen tierra insuficiente para su sustento.
En la región norte, es considerada minifundio el área
con menos de 1.6 hectáreas. La tierra también
continua desempeñando funciones sociales relevantes,
tales como la identificación con raíces familiares,
la identidad cultural y comunitaria.
El
número de trabajadores sin tierra ha aumentado en las
décadas recientes no sólo debido al rápido
crecimiento poblacional, sino también a un sinnúmero
de otros factores. Entre estos se destaca la clasificación
artificial de 50% de las tierras del país como bosques
nacionales en los años 60, incluyendo aquellas ya utilizadas
para agricultura anteriormente a esta clasificación.
Extensas áreas de tierra agrícola fueron sustraídas
o mantenidas improductivas. El hecho se agravó con
la expansión económica ocurrida al final de
los años ochenta e inicios de los noventa, cuando inversionistas
comenzaron a comprar propiedades rurales en escala masiva
con fines especulativos. La Fundación Instituto de
la Tierra (2000) calcula que el costo económico para
la nación de las tierras subutilizadas (incluyendo
áreas urbanas) es de cerca de 3,000 millones de dólares.
Muchas
de ella fueron usadas como garantía de grandes préstamos,
nunca pagados. Datos del Banco de Tailandia revelan que el
total de préstamos no pagados puede llegar aproximadamente
a US$ 86,000 millones en el período de 1997 al 2000.
La mayoría de esos préstamos fueron para el
sector inmobiliario (Fundación Instituto de la Tierra,
2000:6-31). Como consecuencia de la crisis económica
de 1997, el gobierno tailandés fue obligado a garantizar
las deudas de acreedores incumplidos, especialmente en moneda
extranjera, bajo las condiciones de préstamos de emergencia
del FMI. Así los costos del imprudente crédito
privado fueron transferidos hacia los contribuyentes de todo
el país.
Políticas
del Banco Mundial
Las
discusiones del Banco Mundial sobre política de tenencia
de la tierra comenzaron afirmando la importancia del acceso
a la tierra como principal medida para "aliviar"
la pobreza. El análisis que el Banco hace de cómo
promover este acceso es más controvertido. Acompañando
su llegada a otros sectores económicos, el interés
del Banco Mundial en titular tierras reside en fortalecer
su comercialización.
A
pesar de que el Banco asegura que la importancia de tales
mercados "ha sido reconocida tanto por investigadores
como por los hacedores de políticas (Banco Mundial,
s.f.:62), representantes de la sociedad de los países
clientes no comparten la misma confianza y también
están comenzando a cuestionar estos argumentos (Rosset,
2001:5).
Las
comunidades locales enfrentan innumerables riesgos cuando
el mercado de tierra es promovido a través de políticas
nacionales. Las transacciones de tierra no deben ser perjudiciales
a los intereses de las comunidades o a los más pobres.
Es importante mostrar algunos de estos riesgos.
Primeramente,
el campo de disputa no es igual. Actores establecidos en el
mercado tienen mayor acceso a información sobre posibles
financiamientos, más recursos disponibles y poder que
otros. Esto se agrava cuando hay grandes desigualdades sectoriales
o regionales. Por ejemplo, el poder de compra de inversionistas
urbanos excede aquel de los pequeños agricultores.
Tal desigualdad favorece a los compradores de la ciudad, aumentando
sus oportunidades de lucro y también, el precio de
la tierra, que se torna inaccesible para los sin tierra, los
pobres y la futura generación de pequeños propietarios.
Los intereses de inversionistas y agricultores difieren substancialmente.
La compra con fines especulativos por parte de los primeros
puede llevar a rupturas en los patrones locales de desarrollo
como se ha venido observando en el norte de Tailandia.
En
segundo lugar, contrariamente al precepto básico de
Adam Smith, los resultados del mercado no son necesariamente
favorables al conjunto de la sociedad, y el interés
publico puede justificar el control del estado. Finalmente,
la facilidad en transformar la tierra en capital impacta no
sólo a la economía, sino también a las
relaciones culturales y sociales.
En
muchas sociedades rurales, la tierra no posee apenas valor
de uso, sino un amplio espectro de otros valores, de acuerdo
con los diferentes contextos. Estos pueden enfatizar su valor
hereditario, su posesión comunitaria, los conocimientos
ecológicos, y en ciertas áreas, puede incluir
obligaciones con espíritus asociados al lugar. Tales
valores no son fácilmente relacionados con un equivalente
económico, a pesar de los esfuerzos de economistas
ambientalista, y por tanto corren el riesgo de perderse en
un mercado centralizado. Si ésta es la transformación
cultural deseada, parecería impropio que fuese emprendida
sin una amplia consulta o debate público, dejando al
proceso ser tomado por una agenda internacional o agencia
financiera.
Titulación de la tierra
El
programa "Titulación de la Tierra" comenzó
en los años ochenta, durante la negociación
entre el gobierno tailandés y el departamento agrícola
del Banco Mundial sobre un préstamos destinado al programa
de Ajuste Estructural. El préstamo para las tres fases
iniciales del programa totalizó los US$183.1 millones.
Hasta hoy, fueron otorgados 8.7 millones de títulos
de tierra, un numero substancial, pero menor de lo esperado.
Sin embargo, esto no significa que este total de agricultores
se hayan beneficiados. Extrañamente, no se establecieron
metas de familias beneficiadas. Las diversas regiones del
país fueron contempladas de acuerdo con un calendario.
Los atrasos ocurrieron debido a las dificultades en localizar
a los dueños de tierras ausentes y en los límites
imprecisos de las áreas de bosque.
A
pesar de que el Banco consideró osado el cambio de
la ley, al permitir un proceso más rápido de
los pedidos de titulación de tierras, las autoridades
dieron una oportunidad para inversionistas sin escrúpulos
que abusaron del sistema, durante el período de expansión
económica.
El
programa de Titulación de la Tierra omitió dos
cuestiones importantes para los agricultores de bajos ingresos
en Tailandia. La primera fue la posesión de las tierras
forestales. Los títulos fueron otorgados exclusivamente
en "áreas no forestales". Esto explica porque
las reservas forestales son consideradas propiedades públicas,
independiente de que existieran comunidades viviendo y trabajando
en ellas hace varias generaciones. El estado vaciló
en reconocer el derecho de uso de estas áreas, temiendo
la legalización de la deforestación. Consecuentemente,
un expresivo contingente de pobres del país, incluyendo
agricultores tradicionales tailandeses y minorías étnicas,
que ocupan áreas forestales, especialmente en las tierras
altas, se encuentran en una precaria situación legal
.
Estos
grupos poblacionales continúan siendo amenazados con
desalojos forzados. Esa inseguridad posibilita que los políticos
elijan las minorías étnicas como chivo expiatorio
para todo tipo de problema nacional. El programa no aprovechó
la oportunidad para "regularizar" el derecho a la
tierra de ese expresivo grupo de personas, muchas de la cuales
han ocupado esas áreas por centenares de años.
El
Banco Mundial reconoce que mercados de tierras frecuentemente
existen de manera autónoma, sin un registro nacional
de tierras y sin la necesidad de títulos formales.
Esto es evidente en Sritia, Raidong y otras villas en Tailandia
que integran el movimiento de reforma agraria por las comunidades.
Las transacciones de tierra que realizan, vienen ocurriendo
sin títulos formales y son basadas en la autorización
de la comunidad, en la confianza, y en las redes de responsabilidades
sociales. Las transacciones envolviendo certificados de posesión
pueden ser considerados económicamente menos eficientes
que transferencias con títulos formales y mercados
de tierra. Sin embargo, tales operaciones tradicionalmente
han sido más exitosas en mantener la tierra en manos
de un gran contingente de pequeños propietarios de
la propia comunidad que el mecanismo de libre mercado.
Garantizar
el acceso seguro a la tierra, particularmente para los pobres,
fue la base de intervención del Banco Mundial en la
política agraria de Tailandia. Sin embargo, una evaluación
interna del programa hecha por el propio Banco confirma que
la posesión de la tierra en un país era "relativamente
segura e igual," basada en sólidas tradiciones,
no se justificaba la prioridad de un programa de regularización
de la tenencia de la tierra.
Monitorear
y evaluar los impactos sobre los pobres debería ser
parte esencial del proceso de "alivio a la pobreza".
En el caso del distrito de Baan Hong, por ejemplo, las personas
que deberían ser beneficiaras del programa de Titulación
de la Tierra quedaron en una situación peor. Aun así,
el Banco continúa presentándolo como un ejemplo
de las virtudes del mercado de tierra. Si el Banco Mundial
sueña con un "mundo libre de la pobreza",
debería despertar a las formas participativas que garantizan
a los sectores pobres de la sociedad ganar y mantener el acceso
a la tierra. En esa perspectiva, la tierra no sería
entendida simplemente como una mercancía, más
bien como parte importante del modo de vida de los campesinos,
con sus valores sociales, culturales y ambientales.
Compresiblemente,
los agricultores parecen insatisfechos con los varios procesos
que parecían asegurarle su derecho a la tierra en las
últimas décadas. Fue preciso un número
substancial de investigaciones de ONGs y abogados para identificar
los actuales propietarios legales de las tierras. Muchos títulos
pasaron por diversas manos a inicios de los años noventa,
aumentando su valor a cada paso. En algunos casos, parece
que las transferencias fueron deliberadamente escondidas,
y después siete u ocho años de transacciones
las propiedades retornaron a sus dueños originales
(a pesar de que ahora están registradas a nombre de
una empresa en vez de un individuo)
Frustrado
por la falta de acción de los gobiernos locales para
recuperara la tierra, los agricultores comenzaron a organizase
y resolver el problema con sus propias manos. En 1997, habitantes
de los distritos de WiangNongLong y Baan Hong decidieron ocupar
tierras hacía varios años improductivas. Comunidades
vecinas, igualmente desesperadas, acompañaron el ejemplo
y las ocupaciones aumentaron en toda la provincia y en todas
las regiones del país. Hoy un total de 2,798 familias
integran el movimiento de ocupación de tierras, produciendo
en aproximadamente 2,150 hectáreas de tierras abandonadas
en 23 áreas de las provincias de Lamphun, Chiang Mai
y Chiang Rai.
Como
no hay en el Código de Tierras tailandés la
figura de propiedad común, los agricultores decidieron
crear su propio régimen de posesión comunitaria.
Las familias contribuyeron para pagar un levantamiento topográfico
que identificó los límites de toda la extensión
de tierra y de cada parcela. La comunidad entregó "títulos"
con cuatro firmas, indicando la localización de cada
área individual, los lotes vecinos y los derechos del
propietarios. Los agricultores explican que el principal motivo
del "título" de la comunidad es asegurar
el acceso a largo plazo.
11.
Zimbabwe
12.
Las políticas de la Vía
Campesina
13.
Bibliografia
14.
Expediente
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